La Procuvin fue creada como herramienta institucional para la promoción de las acciones penales y el juzgamiento de los delitos relativos a la violencia institucional. Desde su creación ha impulsado una fuerte tarea en la protección de los sectores más vulnerables de la sociedad que frecuentemente son víctimas de la violencia de las fuerza de seguridad. El desplazamiento de su titular es un lamentable signo de retroceso en las políticas de control a las fuerzas de seguridad.
La Garganta Poderosa publicó ayer en las redes su sociales un texto donde explicitaron su postura: “La Justicia que no garpa como noticia, la justicia de verdad, se construye con gente valiente y con suficiente dignidad, como para no acallar jamás el grito de los otros: si lo tocan a Abel Córdoba, nos tocan a todos nosotros”. En mayo de este año, el titular de la procuraduría dependiente del Ministerio Publico Fiscal, en diálogo con Télam declaró que existen casi 800 funcionarios públicos imputados actualmente por delitos vinculados a la violencia institucional.
Oriundo de Villalonga, en el extremo sur de la provincia de Buenos Aires, Córdoba se graduó en la Universidad Nacional del Sur de Bahía Blanca, donde comenzó su carrera y se formó junto al ex fiscal general y copresidente de la Comisión Provincial por la Memoria Hugo Cañón. Tras su jubilación, en 2009, quedó a cargo de la Unidad de Derechos Humanos bahiense y participó como fiscal en causas judiciales por delitos de lesa humanidad perpetrados durante la dictadura.
Su designación como primer titular de la Procuvin pareció entonces la continuidad lógica de su trayectoria: la dependencia fue creada a comienzos de 2013 y en el septiembre anterior el joven abogado había logrado las primeras diecisiete condenas a represores de la dictadura en la blindada jurisdicción bahiense. El juicio condujo a prisión, entre otros, al ex miembro de la Junta Interamericana de Defensa Juan Manuel Bayón, al tiempo que abrió el camino para la investigación de la participación de civiles como el empresario Vicente Massot y el sacerdote Aldo Vara.
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